Barrios Altos siempre fue recordado por ser un lugar histórico de casas milenarias, solares antiguos y grandes quintas multifamiliares. Un barrio picante donde todos se conocían y que reflejaba la imagen desgastada de Lima por lo años. Sin embargo, la imagen cambio el 3 de noviembre de 1991.
Hace 20 años atrás en una antiguo solar ubicado en el jirón Huanta 840, se realizaba una pollada entre los vecinos del barrio, cuando aproximadamente a las 11 de la noche seis individuos fuertemente armados y encapuchados irrumpieron en el edificio luego de descender de dos vehículos.
Los hombres con pasamontañas en el rostro ordenaron a los asistentes de la reunión a tenderse en el piso, donde minutos después les dispararos sin escrúpulos, matando a 15 de ellos. Lo más triste del cobarde ataque fue el asesinato de un niño de tan solo ocho años, quien tampoco pudo salvarse de los sujetos armados.
“Fue un hecho fortuito. Ese día cuando ingresó el Grupo Colina con una camioneta coincidentemente había una persona de la dirección de inteligencia de la policía que observaba ese lado de la calle. Él tuvo referencias exactas de lo que hicieron estos asesinos, la mala suerte de los Colina en ese momento fue que el testigo ocular observara todo y lo reportara en un informe secreto”, comenta Miguel Silvestre, periodista que sigue el caso de la matanza de Barrios Altos.
Además, Silvestre también aseguró que le llamó la atención que no se tratara de un grupo terrorista sino de un grupo paramilitar. “La manera tan milimetrada en la que se cometió el asesinato fue impactante, pues actuaron de manera sincronizada con una acción agresiva, lo que hizo suponer que venían siguiendo a las personas que mataron”, culminó.
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