Cada octubre de todos los años, las calles limeñas se visten de fiesta. Mantos, rosarios y accesorios de color morado adornan las iglesias y todas las casas de los fieles. Y es que rendirle homenaje al Señor de los Milagros más conocido como el Cristo Moreno o Señor de Pachacamilla ya no solo es una tradición sino una muestra de fe que ha traspasado fronteras.
Pero, ¿qué representa esta imagen que cientos de personas llevan sobre los hombros con orgullo? Hace casi cuatro siglos nuestra capital vivió lamentables acontecimientos que marcaron a la población. Tres terremotos entre 1655 y 1687 arrasaron con Lima y el Callao dejando cientos de damnificados, entre ellos, las castas más pobres de esa época. Mientras los edificios, las casas y las parroquias colapsaron, una pared de adobe con la imagen del Cristo permaneció en pie perfectamente preservada. Esta historia se propagó por varias ciudades del país causando que cientos de personas llegaran para venerar esa imagen milagrosa.
Pronto se creó una capilla edificada en honor del Santo Cristo y posteriormente, se confeccionó una copia a base de óleo de la imagen que salió por primera vez en procesión en andas por las calles en octubre. A partir de esa fecha, los días 18 y 19 del mencionado mes, se realizaba aquella acción.
Este año no sería la excepción y los devotos vestidos con túnicas del color representativo ya recorren las principales calles y avenidas de Lima -y otros, en provincias- esperando que el Señor de los Milagros les conceda sus anhelos. Desde el 1 de octubre, el retrato milagroso, a cargo de la Hermandad del Cristo de Pachacamilla, se viene desplazando por el Centro de Lima bajo el resguardo de varias patrullas policíacas y 300 serenos, misma medida que se tomará hasta el recorrido final del 1 de noviembre.
Entre lágrimas y sonrisas, la multitud camina sin importar el cansancio o el calor del onceavo mes del año pues su fe y esperanza son más fuertes que cualquier otra cosa.
@Fiore_Paradise
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