Salir a la calle, en Lima, puede resultar un verdadero problema para los ciudadanos. El caos vehicular que existe en nuestra ciudad se ve cada día más denso y lento, especialmente entre las 6:00 a 9:00 horas y 18:00 20:00 horas y, tal parece, no tiene una pronta solución. Este desconcierto genera consecuencias nefastas como la adición de la contaminación o el incremento del índice de mortalidad.
El problema se centra tanto en las normas viales, el transporte informal y hasta en el comportamiento de la ciudadanía, la cual superó la capacidad de control que debió imponer rigurosamente la municipalidad. Siempre vemos en las noticias accidentes vehiculares que, muchas veces, se deben a la falta de control a las empresas de transportes. Sin embargo, son también los usuarios quienes ocasiones el caos vehicular. Por ejemplo, estos no utilizan los paraderos autorizados, cambiando estos lugares por pistas, veredas y hasta jardines.
Otras de las causas principales que fomentan el caos vehicular son la falta de planificación y la inadecuada aplicación de las normas de tránsito. La municipalidad, principal ente coordinador, debe velar por el correcto funcionamiento del transporte que nos afecta directamente.
En Lima, los dirigentes de las empresas de transporte no poseen ninguna autoridad para el comportamiento de los chóferes, puesto que no están organizados formalmente, es por eso que no temen a repercusiones por parte de sus empresa. Esto conlleva a que los usuarios sean los más afectados, porque los chóferes muchas veces cometen atropellos contra los peatones y dañan la integridad y generan caos vehicular.
Hans Rothgiesser, economista y periodista, señala que la solución al caos vehicular debería ser “ordenar las rutas de los vehículos, mayor infraestructura, mejores pistas, más semáforos e invertir en educación vial; de tal manera que los mismos limeños sepan que es lo correcto”.
El crecimiento desmedido del parque automotor es el principal generador de accidentes de tránsito, regular el transporte público sería otra de las soluciones a este problema.
La sobre oferta es reducible de tres maneras: Primero, no incluir más vehículos en el transporte público. En segundo lugar, se deben realizar minuciosas revisiones técnicas a todo el parque automotor otorgando permiso solo a los que cumplan con los requisitos, de esta manera se reduciría significativamente el número de vehículos que ofrecen el servicio de transporte. Tercero, la creación de más sistemas de buses organizados y un sistema de rieles (tranvías, tren eléctrico).
“Se puede ser mucho más ambicioso en el proyecto de ordenar el tránsito en Lima para poder reducir los costos de a pocos y así poder vivir en una ciudad más tranquila y menos caótica”, concluye el periodista.
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